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Para esto proponemos varias iniciativas, la primera fue el documental Kuri, somos fuego, que retrata la búsqueda de autonomía por los pueblos purépechas. Realizado a lo largo de cuatro años, y presentado en competencia en el Festival Internacional de Cine de Morelia en 2019, el mediometraje de 33 minutos retrata las voces de los pueblos que buscan regirse por sus usos y costumbres. La segunda es promoviendo la creación artística colectiva, entre creadores de la región purepecha, mediante procesos colaborativos entre artistas y artesanos locales para materializar el diálogo intercultural, transgeneracional y el impulso de redes de conocimiento. Para mostrar dicho modelo creamos El Monumento al Diálogo Forzado, una recreación del camión quemado a la entrada del pueblo de Nahuatzen en mayo del 2016, hecha en piedra y madera por carpinteros y metateros de la zona. Buscamos transformar una cicatriz en un objeto que subraye la importancia del diálogo por encima de la violencia. La tercera es la creación de La Embajada P'urhepecha, que consiste en la convocatoria regional de jóvenes P´urhepechas, los cuales estén involucrados en procesos comunitarios vinculados al arte y artes visuales, plásticas y musicales; arte y desarrollo sustentable; arte y procesos educativos. Dicha Embajada busca generar encuentros con jóvenes de otros pueblos originarios y del espacio urbano, así como tener un intercambio de saberes, mediante talleres que den ellos, y los que reciban de académicos de las universidades en las urbes. Por un lado, a los jóvenes de la Embajada, los académicos de la UNAM les ayudarán con asesorías puntuales, y por el otro, mediante la creación de un monumento, fomentamos los oficios creativos de comunidades en municipios violentados de Michoacán. La propuesta implica usar la burbuja del arte, en el municipio más pobre de nuestro estado, para vincular y encontrar nuevas formas de participación entre las comunidades indígenas, la academia, las universidades, los jóvenes y adultos, artesanos y artesanos, pintores, artistas consolidados, investigadores; para generar caldos de cultivo que beneficien e integren a un espectro más amplio de la población: a los espectadores, a los ciudadanos participantes y cómplices creativos, a los transeuntes y hasta las autoridades comunitarias. Lamentablemente el covid llegó y esta iniciativa se ha frenado, pero estamos repensándola para implementarla en la nueva normalidad. La cuarta iniciativa se llama El Monumento Reubicado y lo lanzamos durante el comienzo de la pandemia, en el contexto global del #BlackLivesMatter y la remoción de los monumentos incómodos. En Morelia existe un monumento racista que nos parece no puede estar en la vía pública, la petición obviamente resultó incómoda en el contexto conservador moreliano, pero nos permitió organizar una serie de publicaciones y mesas redondas en torno al racismo en México. Tan solo de este proyecto logramos más de 70 menciones en medio, y miles de comentarios en redes sociales. Otra iniciativa, la quinta, fue hacer un video en purepecha durante la cuarentena, con los protocolos de higiene y distanciamiento social, para ayudar en la iniciativa de #QuédateEnCasa.
A la entrada del pueblo de Nahuatzen se lee un mensaje que dice: “Aquí se hacen los mejores muebles de madera”. Lamentablemente hasta la fecha son pocos los que van hasta allá a comprarles muebles. Como la gran mayoría de la población indígena, están segregados y padecen amenazas por los recursos naturales de su comunidad. La propuesta implica aprovechar el mundo del arte, para generar en su interior otros caldos de cultivo con impacto social. Una Embajada y un Monumento fungen como catalizador de diálogo intergeneracional, formación de jóvenes con responsabilidad social, y reflexiones multidisciplinarias. De esta forma se acorta el sentimiento de abandono, se generan procesos de revaloración identitaria y sentido de pertenencia con su comunidad. También implica tener una visión y responsabilidad por el futuro, cuidado y preservación de ambas iniciativas. Con la Embajada Purépecha queremos ayudar a reducir la distancia entre la periferia y el centro, darle visibilidad y voz a los que menos tienen, ayudando así en la despolarización social que padecemos como nación. El Monumento al Diálogo Forzado genera beneficios económicos tangibles e inmediatos, y a largo plazo sirve también como muestra de las capacidades locales creativas enmarcadas en los saberes comunitarios. Este enfoque del proyecto va muy acorde con las políticas culturales actuales, y a modelos creativos colaborativos socialmente responsables. La propuesta implica usar la burbuja del arte, en el municipio más pobre de nuestro estado, para vincular y encontrar nuevas formas de participación entre las comunidades indígenas, la academia, las universidades, los jóvenes y adultos, artesanos y artesanos, pintores, artistas consolidados, investigadores; para generar caldos de cultivo que beneficien e integren a un espectro más amplio de la población: a los espectadores, a los ciudadanos participantes y cómplices creativos, a los transeuntes y hasta las autoridades comunitarias.
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